Creando a Isabel
Por Ana Isabel Castillo (Actriz - Isabel)
Cuando comenzamos todo el proceso de creación de este proyecto, ninguno de nosotros sabía cómo serían nuestros personajes. Era la oportunidad de crear de cero. Era como hacer una receta pero sin saber los ingredientes. Comenzamos entonces hablando de más o menos qué queríamos hacer, y compartiendo historias propias para ir llenando el lienzo de una realidad cercana. De las primeras cosas que definimos fue la profesión.
Recuerdo que debatimos mucho que uno de los dos debía ser más lógico y el otro más llevado por el corazón. A jugar un poco con los contrarios. En el primer encuentro que tuvimos llegamos a una pregunta que no pudimos resolver: ¿qué es el éxito?
Recuerdo bien que esa pregunta se quedó rondando bastante por mi cabeza porque siento que la definición es muy propia de cada persona. Creía que yo, como Ana Isabel, la tenía clara. El éxito para mí eran las cosas pequeñas, el día a día, cada paso que se va dando y cada meta que se va logrando. O al menos hasta ese entonces, la tenía formulada de esa manera.
En nuestro segundo encuentro comenzamos a tomar decisiones de una forma un poco más radical para avanzar. Isabel se había convertido entonces en una actriz de profesión e influencer por consecuencia. Me acuerdo que me sentía muy incómoda con estas decisiones, incluso sabiendo que yo había sido parte de ellas. Tal vez era mi propia visión filtrada por la forma en la que la sociedad juzga a las actrices que son influencers, o también mis inseguridades de pensar que mi cuerpo y yo no cabíamos en ese molde.
En cierta forma, sentía que yo no era la mejor opción para este personaje, aunque por primera vez estaba creando un personaje desde cero. Un personaje que desde el comienzo estaba pensado para mí. Recuerdo pensar mucho que tendría que comenzar a hacer dietas estrictas y rutinas de ejercicios que me dejaran cual modelo de portada de Cosmopolitan en unos cuantos meses. Al día de hoy me da rabia pensar que esto haya sido lo primero que se me haya venido a la cabeza. Que incluso cuando algo está siendo moldeado para mí, yo sienta que no soy suficiente.
Pensé mucho en si debería compartir estos sentimientos y pensamientos o no. Es una conversación que he tenido con muchas mujeres, y siento que parte del comenzar a vernos a nosotras mismas como suficientes, es hablarlo. Sin duda fue una de las grandes inseguridades al encararme con una Isabel que en este punto, solo tenía profesión y que yo, como su actriz, ya tenía tres mil limitantes en la cabeza.
Recuerdo también sentir mucha envidia porque Miguel sería actor y profesor, lo cual en mi cabeza significaba que David Moncada, su actor, no tendría que tener un abdomen como el de Ryan Gosling en Barbie. Debo aclarar que en este proceso nadie mencionó nada sobre mi cuerpo, ni nadie dijo que yo no cumplía con las características necesarias para este rol. Esta era una pelea sucediendo únicamente en mi cabeza.
También hablamos de los hobbies, de qué unía a Miguel e Isabel como pareja. En ese momento tanto David como yo estábamos en relaciones estables con dos personas de la industria, así que empezamos a dar ideas de lo que en verdad nos unía con estas personas y luego transformándolas en cosas únicas para Isabel y Miguel.
Las playlists de Spotify compartidas, se convirtieron en un amor por descubrir música nueva. Debo decir que, efectivamente, David y yo si creamos una playlist para los personajes que aún conservo como una de mis favoritas. El amor por el teatro y el cine, se convirtió para los personajes en un punto de encuentro para reírse de lo que no les gustaba y admirar lo que sí. Adicionalmente en ese encuentro, descubrimos que Isabel y Miguel todo se lo escriben en servilletas y en pequeños post-its que van guardando y que les recuerdan cuánto se aman.
Ese encuentro fue lindo. Internamente para mi fue un revolcón y una confrontación con mis propios miedos, pero siento que eso es lo más lindo de crear con otras personas: cuando ves que ellos creen que tú puedes, tú comienzas a creértelo también.
En los dos siguientes encuentros ya comenzamos a darle una estructura a la historia. Repasamos mucho el viaje del héroe para ver cómo sería el camino de nuestros personajes al ser una historia narrada en un solo día dramático, más los flashbacks que le dan matices de lo que fue esta relación antes del presente. Nos empezamos a plantear posibles objetivos de cada uno en la historia. Es muy gracioso porque normalmente el trabajo mío como actriz es leer un guion y luego sacar en mi análisis de texto mi super objetivo (que es el objetivo que tiene mi personaje en toda la historia) y mis objetivos precisos por escena, pero en este proyecto los teníamos que crear. Era otra decisión muy importante que había que tomar.
Recuerdo que la conversación de los objetivos nos llevó de nuevo a la pregunta: ¿qué es el éxito? Y cómo el éxito aplicaba para cada uno de los personajes, ya que algo importante que habíamos definido era que aunque Isabel y Miguel se amaban mucho aún, ya no se admiraban tanto. Sus caminos y visiones de vida, del éxito y de ellos mismos, habían cambiado con los años. Después de estos encuentros, Juliana Ospina hizo su magia, y junto a Marco, completaron el mundo de estos dos personajes.
En el tiempo entre nuestras reuniones de escritura y el rodaje, David y yo comenzamos a crear recuerdos reales para nuestros personajes. Antes de tener el primer ensayo estaba muy nerviosa. David es un gran improvisador con más de una década de experiencia. Cuando empezamos todo el proceso de creación, yo ya lo había visto brillar en muchas funciones de varios formatos de improvisación. Desde que lo conozco, he seguido la carrera de David como toda una groupie. Yo he improvisado desde la universidad, pero nunca ha sido mi foco como actriz. Me sentía muy tranquila de saber que David estaría a mi lado en cada momento porque sabía que él no me iba a dejar caer, pero me moría de susto de pensar que yo sí a él.
Empezamos a hacer ensayos en lugares públicos, donde llegábamos como los personajes y nos comportábamos como ellos por una hora. Luego cortábamos y hablábamos de lo que habíamos vivido en ese encuentro. Fue muy poderoso porque recuerdo que antes de estas reuniones, me partía la cabeza pensando cómo íbamos a crear la química que necesitaban tener Miguel e Isabel para contar esta historia.
David y yo nos conocíamos desde antes de hacer la película, es más, ya habíamos incluso actuado juntos en Ultraviolencia, una película de Marco. Pero, aunque nos conocíamos y habíamos pasado momentos juntos en el trabajo y como amigos, David y yo nunca habíamos tenido una conversación solo los dos. Así que mi cabecita ansiosa estaba muy preocupada de no poder llegarle a estos dos personajes con la conexión que requerían.
Sin embargo, el primer encuentro cambió completamente esta perspectiva para mí. Los personajes no paraban de hablar y se complementaban de la manera más bella posible. En mi diario como Isabel escribí:
«Hoy tuve mi primera cita con Miguel, fuimos a un café en el norte. Llegué justo a la hora: tres en punto. Él llegó tres minutos tarde. Al menos eso decía el reloj, pero para mí fueron eternos. Recuerdo verlo caminar en la distancia. Él no me vio, así que me hice la que no lo había visto y me puse a ver mi celular. Conté unos cuantos segundos y miré hacia arriba de nuevo; ya me estaba mirando. Se me salió una sonrisa gigante; tal vez demasiado reveladora de mi emoción».
Eso que describo ahí es la primera mirada que cruzaron estos dos personajes siendo encarnados por David y yo. Aún la recuerdo, fue mágica. Cada vez que teníamos un ensayo, y posteriormente después de cada día de rodaje, escribía en el diario como Isabel, el personaje, y como Ana Isabel, la actriz. Era lindo ver como detrás de tantas paredes, Isabel es una osita melosa que siempre necesita un abrazo.
También comencé a ver que para Isabel, el expresarse con las manos era necesario y ahí fue que decidí que era importante que Isabel tuviera las uñas largas. Se podría ver como una decisión arbitraria, pero creándola se volvió un no negociable para mí. Es como si ella procesara todo antes con las manos para luego expresarlo elocuentemente en palabras.
Siempre que sentía un ataque hacia Isabel, ella respondía primero con los hombros, pasaba esa información a sus manos y luego, ahí sí, podía responder. No sé si esto tenga algún sentido para alguien más, pero para mí fue un gran descubrimiento de cómo ella se expresaba en mi cuerpo. Sé que esto suena muy paranormal, pero para mí la actuación siempre ha sido eso: canalizar energías y permitir que se expresen y reaccionen a través de mi cuerpo.
En cada encuentro que teníamos se fortalecía más y más la conexión entre los personajes y cada vez, también, se acercaba más la fecha de rodaje. Además de los encuentros, creamos un chat para los personajes, que nos permitió ver cómo eran sus conversaciones en el día a día. Hacíamos saltos en el tiempo para tener conversaciones cuando se estaban conociendo, de esas que uno hace preguntas trascendentales con respuestas profundas, y cuando ya llevan mucho tiempo juntos, se basaban mucho en Fincher: el perro de esta pareja de la ficción.
Durante el proceso de creación, una perrita que en su momento compartía con mi expareja, tuvo que ser sometida a una cirugía de columna. Recuerdo que esa parte del proceso se sentía muy oscura y me ponía a pensar si en cierta forma las palabras escritas en el guion, estaban moldeando mi realidad. Sentí la tensión y la incertidumbre, las ganas de pretender que todo estaba bien y, a la vez, el querer tirarlo todo por la ventana.
Esto sucedió cuatro meses antes de rodar la película. Y aunque durante la cirugía no tuve las mismas conversaciones que tuvieron Miguel e Isabel, si tuve unas conversaciones parecidas unos meses después cuando mi relación entró en crisis y terminó, justo una semana antes de filmar. Aunque Isabel y yo tenemos formas distintas de procesar las emociones y abordar los momentos difíciles, ya yo como Ana, había vivido mucho de lo que en escena sentía Isabel.
El día antes de rodar, hicimos una prueba de cámara que nos ayudó mucho a todos a compaginarnos y a meternos de lleno en el mundo de esta historia. Me acuerdo que con David, hicimos una improvisación en la cocina y fue encantador ver a estos dos personajes habitando su espacio. Seguía muy nerviosa pero no paralizada, sino más bien sintiendo esos nervios que se vuelven adrenalina y lo impulsan a uno. Esos nervios que espero poder sentir por el resto de mi vida.
Antes de terminar este largo relato que aún con varias páginas se queda corto para contar todo el proceso de creación que fue traer a Isabel a la vida ficcionada, quiero regresar a la pregunta sobre el éxito. Al empezar todo este viaje, veía a Isabel como una persona completamente opuesta a mi en muchos sentidos, pero lo que más sentía que nos separaba era nuestra visión sobre el éxito. Luego, ya en el set y después de varios días de rodaje, descubro que es de los personajes más similares a mi que he interpretado y es específicamente una reflexión que hago sobre el trabajo que me reveló lo parecidas que somos.
Me di cuenta que nuestra necesidad de triunfar haciendo lo que amamos, no es por nosotras, sino por nuestras madres, nuestras tías y nuestras abuelas. Que todo el esfuerzo que hacemos es por honrarlas a ellas. No es por querer sobresalir porque sí, es lograr que todo el esfuerzo que ellas han hecho, haya valido la pena. Lo entendí ahí, en el set, en frente de todo el mundo. Ya no era Isabel quien se presentaba a través del cuerpo de Ana, sino por el contrario, era el alma de Ana abriendo su corazón a través de Isabel. Fue un momento muy poderoso y un hallazgo que me unirá por siempre a este personaje.
Creando a Isabel es la forma cómo llamé mi diario para este personaje. No lo comparto porque hay cosas ya muy íntimas que sólo sabremos el papel y yo, pero si siento que compartir parte de cómo surgió este personaje que amo con el alma y de exponer mi proceso ante personas externas a la película, me reafirma más lo especial y catártico que fue todo este proceso creativo. Me siento muy agradecida por todo lo que fue, ha sido y será con este proyecto. Más allá de lo que pase o no, ha sido una catarsis que cuando todo comenzó, no sabía que necesitaría.