El ojo detrás de la cámara
Escrito y fotografiado por Gabriel Camero Gärtner
Soy actor de profesión, pasión y decisión, pero la fotografía por alguna razón siempre se me ha aparecido en cada arista de mi corta vida. Desde pequeño siempre me llamó la atención el uso de la cámara análoga, como la usábamos normalmente en los años noventas acá en Colombia. A finales de la década me compré una cámara Genius, digital ella, que a su vez funcionaba como una webcam. Una joya para su época.
Comencé a disparar como loco en el colegio. Disparaba a mis amigos y amigas, su cotidianidad, sus ganas de posar como buenos caleños, de verse hermosos y hermosas, mejor dicho, de quedar inmortalizados. Disparar en Sábado Oscuro me recordó mucho a esa memoria que tengo calcada; y aunque no fue mi primer labor como foto fija, si fue sin duda la más interesante porque literal parecía como un ninja en el set. Me escondía detrás de Manuel Velásquez y su cámara, me inmiscuida entre cualquier persona del equipo, solo para lograr una foto que no pareciera disparada como un detrás de cámaras, sino que se sintiera como la vida misma, como si estuviera captando el alma de la película en una foto.
La primera reunión con Marco Vélez Esquivia, mi amado y poderoso director, y Alejandro Zapata, mi productor omnipresente, se sintió como entrar a mi propia casa. Les pude proponer a diestra y siniestra con la tranquilidad de que mi trabajo era bien recibido por ellos, y que por suerte, sus ideas para el proyecto congeniaban mucho con lo que yo tenía pensado.
«¿Y por qué no tomamos algunas fotografías análogas?», les dije. Y los ojos de Marco se abrieron como de una animación japonesa se tratara. Me sorprendió gratamente que aceptaran tan bella idea, siempre la había querido hacer. Compramos 5 rollos ILFORD HP5 que son rollos de película en blanco y negro, y desde el momento cero les advertí que no todas las fotografías podrían salir como se esperaba, tan nítidas como son las fotos digitales, pero eso era lo que estábamos buscando. No buscábamos la perfección, sino capturar algo real. El resultado sin duda es hermoso, unas fotos que a mi parecer son dignas de ser mostradas por todo lado, no es por nada pero… ¡Me fajé!
Esos días fueron lindos para mí ya que normalmente estoy al frente de la cámara. Al ser actor es muy fácil sentir que lo que sucede detrás de ella es una especie de mundo onírico que no le toca a uno soñar. Y en esta ocasión, fue hermoso estar detrás y de igual manera hacer lo que me gusta tanto hacer, tomar fotos. Si me lo preguntan, mi sueño podría ser hacer ambas cosas, actuar, salir de escena, agarrar mi cámara, y tomar fotos mientras no estoy al frente de la cámara. Fácilmente podría desdoblarme por estas dos grandes pasiones.