Hacer tanto y volverte tan bueno haciéndolo que no puedan ignorarte

Hacer tanto y volverte tan bueno haciéndolo que no puedan ignorarte
Foto por Thought Catalog / Unsplash

Hace ya más de una década estuve en una charla y alguien dijo algo que fue casi fue lo único que anoté en uno de mis cuadernos de notas:

“Become so good so they can’t ignore you”

O dicho de otra manera, vuélvete tan bueno que ya no pueden ignorarte. Y recientemente así siento que se ha convertido la percepción de mi carrera y mi perfil ante la industria colombiana. Como han podido ver seguramente con ciertos estrenos de películas nacionales, películas que fueron otorgadas estímulos de producción del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico son más impulsadas en las redes y en eventos por Proimágenes. Y eso está increíblemente bien, deberíamos desde todos lados impulsar las películas que tienen estímulos. Por lo tanto, un efecto colateral, el impacto que tiene eso ante la industria es de elevar la percepción y conocimiento de sus directorxs y productorxs en la industria.

Cuando hice Afuera del Tiempo entendí por primera vez esa frase que escuché en esa charla. Mi película no iba a tener ese push porque no tenía un estímulo de producción del FDC. Las personas de la industria que le mega-pegaran a leer todo sobre las películas que se hacen y salen en salas si podrían conocer de mi trabajo pero la industria en general no me iba a conocer especialmente por eso. Muchas de esas personas que me conocieron en las primeras ediciones del Bogotá Audiovisual Market donde fui y hablé de lo que estábamos intentando hacer me miraron con cara de loco. Yo dije exactamente lo que hemos hecho en los últimos años: voy a hacer películas constantemente.

Mi estrategia para elevar mi perfil en la industria y que me conocieran un poco más fue hacer tanto en tan poco tiempo que ya no podían ignorarme. Y no significaba solamente hacer películas que salieran en salas de cine, pero estar igualmente seleccionados en laboratorios y en encuentros, y asistir a mercados cinematográficos para hacerme conocer y hacer conocer lo que estábamos haciendo. Y creo que ha funcionado hasta el punto que lo vimos en el conversatorio que nos invitaron a hacer durante el BAM donde se ocupó completamente y lastimosamente quedó mucha gente por fuera.

Pero para llegar hasta acá tuve que hacer 6 películas en 6 años para que me invitaran a dar una charla en el BAM. Mi socio Alejandro ha producido 8 películas en 10 años, uno de los productores más prolíficos en Colombia, e igualmente no lo invitan tanto a dar charlas o participar en conversatorios. En cambio, los eventos se van a veces por la fácil, e invitan a los que se “ganaron” el estímulo o se han “ganado” varios estímulos tanto nacionales como internacionales para que dicten esas charlas y participen de esos conversatorios. Y sin caer en cuenta, perpetúan un mito. El mito que si sigues tu pasión vas a lograr tu película solo porque estás siguiendo tu pasión.

Lo que he notado tanto en mis talleres anteriores como en la charla que di en el BAM es que el sistema tradicional de hacer cine —o sea, ser bendecido por los dioses antiguos y nuevos lo suficiente para ganar un estímulo del FDC— ha hecho que nuestras directorxs y productorxs se atrofien. Sólo aprenden a hacer un dossier, una nota de producción, un presupuesto general, una nota de dirección, y lo mandan, como si estuvieran comprando una boleta de la lotería, y esperan meses y meses para ver si se lo ganan.

Esto también impide que les cineastas piensen más allá de hacer una sola película. Se quedan en esa mentalidad: tengo que hacer esta película para poder hacer la siguiente. Recuerdo vívidamente (porque soy muy introvertido y no me gusta llamar la atención en sitios públicos) que estaba en una charla cuando fui BAMMER durante el BAM del 2015. Recuerdo que Fernando Parada nos estaba dictando una charla y nos preguntó a los 50+ Bammers que quiénes querían hacer una película. Todos levantamos la mano. Luego preguntó, quiénes querían hacer empresa. La única mano levantada fue la mía. Cara roja instantáneamente. Para Fernando, esa era la respuesta correcta.

Al pensar como empresa estás pensando en muchas películas automáticamente. Estás pensando no solamente en la película que estás desarrollando, pero en desarrollar más y más, y apostar para volverlas una realidad. Para mí, la pasión de hacer cine toma tiempo. Cuanto más tiempo permaneces en este campo vas a tener más tiempo para mejorar en lo que haces, y más se va a desarrollar esta pasión. Yo creo que la pasión para hacer cine requiere de tiempo para cultivarse. Alejandra Castro, mi diseñadora de producción de mis últimas películas, me lo dijo después de la premiere de Sábado Oscuro (y estoy parafraseando porque uso “vos” y ella no dice “vos”): “Lo que me gusta de vos es que vos tomas cada película como una oportunidad para seguir mejorando.”

En un libro de Cal Newport leí que la pasión es un efecto secundario de la maestría. Cuando te vuelves excelente en algo, tu interés en ese algo que haces a menudo crece. En gran parte, esto se debe a que cuanto más dominas un oficio, desarrollas un sentido más fuerte de autonomía y de competencia. Es por esto que digo que si perpetuamos el mito de simplemente hacer cine es tener pasión y ya, probablemente les cineastas van a pensar que cuando hagan esa película que tanto han querido hacer, mágicamente van a tener todo lo que siempre han querido. Y si continuamente no logras esa oportunidad para hacer tu película, estás propenso a cambiar continuamente y a dudar sobre vos mismo.

Yo amo el cine. Creo que se me nota cuando me conoces porque no solamente me gusta hablar de hacer cine (como lo hago aquí) pero en el mundo real hablo constantemente de películas. Pero el hecho que ame tanto hacer cine no me va a dar la posibilidad de hacerlo. Tuve que cambiar mi perspectiva ante esto. No sé cuando sucedió pero comencé a ver el hacer cine como un oficio y no como una pasión. En mi corazón amo el cine con todo mi ser, pero tengo que acércame a el desde el oficio de hacerlo.

En la charla del BAM vi mucha resistencia por cierta parte del público. Sentí que tanto Alejandro como yo les estábamos intentando cambiar su paradigma sobre cómo hacer cine. Su paradigma ya estaba crackeado antes de llegar a la charla porque ven lo casi-imposible que significa ganarse un estímulo (entre el 4 y el 6% de posibilidades). Por eso hicieron la fila media hora antes del conversatorio para asegurarse un puesto porque querían saber cómo era un caso de éxito como el nuestro. Como dicen varios de mis amigos en la industria cuando nos encontramos: “todo el mundo me pregunta cómo carajos es que hacen ustedes.”

La vaina es que se los decimos pero no les gusta la respuesta porque lo ven difícil. Sus músculos creativos como productores están atrofiados y por eso tienen esa resistencia. Están acostumbrados a hacer la fácil que es enviar unos documentos al FDC y esperar si se lo ganan. Tomar el cine como un oficio significa aprender y ser muy bueno en áreas que no esperabas que te iba a tocar hacerlo.

Yo no quería ser productor. Amo escribir y dirigir, y me fascinaría que otras personas se encargaran de la parte logística y financiera de un proyecto. Pero como buen director de cine independiente, tuve que aprender de producción para poder tener las herramientas para hacer el cine que quiero hacer. No quiero depender solamente de los dioses antiguos y nuevos para ver si puedo hacer cine. Me fascinaría no tener que abrir el Excel o el Numbers para prestarle atención a un presupuesto o a un plan de financiación, pero la única manera que encontré para garantizar poder hacer cine, fue tomar las herramientas del oficio y juntarlas con mi pasión.

Lo que quiero decir es que saber la técnica y los medios de producción no te van a impedir que seas un genio creativo. Simplemente te van ayudar a que puedas hacer tu arte.

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diario director - Sábado Oscuro
Artículos escritos por Marco Vélez Esquivia

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