La batalla sin fin de hacer cine

La batalla sin fin de hacer cine
Photo by Birmingham Museums Trust / Unsplash

Ahora que acabo de pasar por el primer mercado del año, en el EFM durante el Festival Internacional de Cine de Berlin, siempre hay conversaciones en los Happy Hours, las charlas, los desayunos sobre lo difícil que es hacer cine, pero creo que no hablamos lo suficiente sobre lo difícil que es ser cineasta.

En mis estudios de leer y leer libros de entrevistas con muchxs directorxs, he notado una diferencia enorme entre les cineastas exitosxs y aquellxs que abandonan, es su capacidad para mantener el impulso frente a la adversidad constante. Aunque hacer cine, al menos para mí, puede ser increíblemente divertido y gratificante en sus mejores momentos, gran parte del trabajo necesario para llegar a la parte divertida es todo lo contrario.

En cada etapa de tu vida y carrera, en cada proyecto ya sea grande o pequeño, e incluso en tus momentos libres, hay constantes luchas y contratiempos que pueden detenerte en seco. Y muchos comienzan antes de que hayas hecho tu primera película: es el padre que te dice que hacer cine es una pérdida de tiempo; el profesor que te dice que no sos lo bueno suficiente y no lo vas a lograr (de esos tuve bastantes); y la batalla cuesta arriba de intentar sacar tu primer proyecto cuando realmente no tenés idea de cómo hacerlo.

Yo creo que hay que amar el cine lo suficiente, porque de esa manera encuentras la manera de seguir adelante. Haces tu arte, a pesar de que todo esté en tu contra. Pero eso no significa que el proceso de crear algo — especialmente tu primera película — pueda ser igual de desalentador.

La gente — ya sea de la industria o tus amigos — piensa que tu idea no es buena. Tu guion no queda seleccionado en ningún laboratorio o el proyecto no gana algún estímulo del fondo nacional. Ves unos videos en YouTube o lees este blog y dices que vas a aprender a usar cualquier medio para hacer tu película. Intentas aprender sobre la Ley 814 Colombiana y sus beneficios tributarios para hacer películas en Colombia, pero no sabes qué puertas tocar, y las que tocas, nadie abre de buena manera.

Decides saltarte todo eso y decides financiarla vos mismo. Entonces creas una campaña de crowdfunding, pero nadie contribuye a tu Vaki. Reúnes el dinero o descubres cómo hacerlo por vos mismo. Es lo más difícil que has hecho jamás... Incontables noches en vela, resolviendo problemas increíblemente complejos y preguntándote si tu película alguna vez se materializará. Sorprendentemente logras armar una pequeña producción con amigos y gente que se suma al proyecto pero luego tu actor principal abandona la película el día del rodaje o pierdes una locación o la cámara.

Terminas el rodaje y la postproducción de la película. Con deudas y promesas. Piensas que el viaje ha terminado. Pero en realidad, apenas estás comenzando. Ahora estás en el mundo de los rechazos de festivales y de los agentes de ventas, proyecciones vacías y la ocasional (quizás negativa) reseña. Tu primera película no salió como querías (lo cual siempre sucede), o peor, se desmoronó por completo. Todo lo que te queda de toda esta experiencia es más dudas sobre vos mismo, te preguntas que si esas voces de la razón que te decían que no te metieras al mundo del cine tenían razón.

Hacer una segunda película ahora se siente incluso más difícil que hacer la primera. Ya no tienes el beneficio de la ingenuidad. Ahora realmente sabes lo difícil que va a ser, y no puedes evitar cuestionar tus decisiones en cada paso que haces. Pero, de alguna manera, en contra de todo esto, sigues adelante. Haces tu siguiente película, esquivando todos esos obstáculos y contratiempos, haciendo lo que sea necesario para terminarla.

Y luego haces otra, y otra más. Por un tiempo, sientes que lo has descifrado. Pudiste hackear el sistema: hiciste una buena película con una buena gente. Disfrutaste el proceso, e incluso obtuviste algo de reconocimiento. Pero todo termina. La película ya salió. Pero el teléfono no suena. No hay nuevos emails o WhatsApps. Hollywood, Netflix, Amazon, Caracol no te están llamando para dirigir su próximo proyecto. Los inversionistas no están haciendo una fila enorme para respaldar tus siguientes películas. Sos solo vos y una página en blanco, preguntándote por qué sigues haciendo este viaje una y otra vez, sintiendo que vuelves al mismo punto de partida.

Pero durante todo este tiempo has encontrado destellos de esperanza. Cuando proyectas tu película para el cast & el crew, y les encanta. Actores comienzan a comunicarse con vos porque quieren estar en tu próxima película. Alguien te contrata para dirigir un cortometraje o un video musical.

Tal vez ya eres un poco mayor ahora. Tus ideas se están convirtiendo más ambiciosas. Pero tus responsabilidades son mayores. Estás equilibrando una tonelada de otro trabajo (fuera del mundo del cine) y quizás manteniendo una familia al mismo tiempo. Aunque ahora sos una mejor cineasta, también tenés una mayor resistencia externa. Tenés un nuevo conjunto de desafíos y problemas que navegar.

Ahora tienes que hacer una película mejor, a mayor escala, con más presión, todo mientras equilibras un trabajo diario, o un negocio y/o una familia… Posiblemente los tres. Esa es la batalla del cine. Y nunca termina. Mientras sigas haciendo películas, sin importar el nivel de éxito que alcances, siempre habrá grandes fuerzas de resistencia empujando contra vos.

Lo que separa a les cineastas que tienen una carrera de les cineastas ocasionales es su capacidad para poner estas batallas en perspectiva. Para entender que son parte del viaje, y que no hay un punto final. Todo el tiempo escucho y he leído a los grandes directores de Hollywood hablar sobre lo difícil que es hacer y financiar películas. Y eso después de décadas de hacer largometrajes estrenados exitosos en salas de cine. Y cuando elles hacen algo, se enfrentan a los mismos problemas que todos los demás. Contratiempos en el financiamiento, retroalimentación negativa, circunstancias de la vida.

Pero aquellos que continúan creando — ya sea a nivel de Hollywood o independientemente — han descubierto lo mismo. El estrés y los contratiempos y todo lo que viene con ello son normales. Hacer cine no es fácil, y la vida como cineasta puede ser incluso más difícil. Esto no significa que no valga la pena. Nada es más gratificante que realizar tu visión creativa. Especialmente cuando has vencido todas las posibilidades para llegar hasta allí.

Es imposible alcanzas esas alturas, sin antes aceptar el camino accidentado que se avecina. Si esperas que sea fácil, inevitablemente te encontrarás con un obstáculo, asumirás que no estás diseñado para lidiar con esto, y renunciarás antes de empezar. Solo anticipando y aceptando completamente la resistencia que se avecina, puedes ganar la guerra — una pequeña batalla a la vez.

Read more